jueves, 26 de enero de 2017

Magia.

Magia. Cuando somos pequeños creemos en ella, pasan los años, decrece, la dosificamos, la invertimos en aquello que nos interesa, que nos conviene, que queremos... 
... en mi caso nunca sabré si desapareció por falta de uso o me la quitaron. 
En mi caso, algunos años después, la Magia apareció. No la deje entrar.

Y es que no siempre estamos preparados para ella. Yo no lo estaba y le cerré la puerta. Creo que alguien se empeñó durante años en que la Magia nunca apareciera en mi vida, la echó a patadas y se encargó de hacer guardia todas las noches con el único fin de que a ésta no se le ocurriera merodear cerca de mi. No lo consiguió, y en cambio, sin saberlo, sin pretenderlo y sin esfuerzo otro alguien se encargó de empujarla y hacerla aparecer en mi vida con fuerza y como un huracán. 
Déjame contarte... 

Digamos que conoces la Magia, solo estás con ella un par de días, semanas quizás. No sabes bien que es, no entiendes nada... perdida, ¿desubicada? Tu pequeño yo del pasado no dejo muchas pistas en ti para que la reconocieras con facilidad. No es algo con lo que te sientes cómoda ni habituada. Quieres volver a tu zona de confort, que ni tan siquiera existe porque todo es un caos, volver a tus cuatro paredes donde... ¿eres feliz? ¡Me río yo ahora de esa felicidad! 
Y te vas, pero te vas lejos. A ser tú, en una nueva zona que esperas que se convierta en una zona de verdadero confort. Un espacio en blanco donde tienes que pintar paredes, acomodar muebles y colgar postales nueves en las paredes. Viajas, conoces, ríes, lloras, creas, inventas, sientes y crees... crees que ahora sí, que ahora eres tú. Un tú en mayúsculas, hiperbólico, que resuena en ese nuevo espacio que hace meses dejo de ser nuevo y ahora es hogar. Y de repente un punto de inflexión. Vuelve la Magiala que pensabas que había aparecido, a la que aun no le habías puesto nombre, pero que de verdad la sentías como tal. 

"Me sigo acordando de ti" ¿Qué tal te va?

Y joder, pensaba que bien. De verdad que lo pensaba. Pero entonces descubrí que ya nada va bien sin tu "buenos días", sin despertar a tu lado en una cama de 90. 
Nada va bien si no puedo olerte cuando cierro los ojos, si no puedo besarte la espalda, si no puedo acariciarte la barba. 
Nada me va bien si no escucho tu risa ni te miro a los ojos buscando un "te quiero", que no se dice, se siente. Que nada me va a ir bien si me giro en mitad de la calle y no está tu mano (siempre) esperando a la mía.  
Nada va a ir bien si no apoyas tu cabeza en mi y me abrazas, si no me subo a tu coche en busca de café, si no me dejas que enrede mis dedos en tu pelo... acariciarte... besarte...

Y es que leí una vez que somos de quien nos cuida, de quien nos dice que todo va a salir bien cuando creemos que todo va mal. Y yo soy tuya, pero yo te siento mío, de una forma tan poco posesiva, libre y llena de miedo. Miedo de que la libertad te haga ver cosas que no ves a mi lado. 
Aun así quiero tener ese miedo cada día de mi vida, porque quiero que veas todas esas cosas que no puedes ver a mi lado, que crezcas, que aprendas, que ames y que sonrías, y luego, si decides volver de nuevo a mi, que sea lleno de todo junto a esa libertad, y que por favor sea para ser libre conmigo. Porque nunca quiero que dejes de ser mi Magia

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